ENVEJECIMIENTO HORMONAL
Hasta no hace mucho, las mujeres se enfrentaban a la menopausia con una actitud recelosa y desconfiada, pues ello suponía la llegada ineludible del envejecimiento. Hoy, encontrarse cara a cara con esta realidad ya no es, ni mucho menos, un inconveniente. Para la mujer actual, los 50 pueden ser una época espléndida, pues si ha sabido cuidarse durante todo este tiempo, ahora llega el momento de recoger los frutos. Ella, independiente, emprendedora, inteligente y más conocedora de sí misma, sabe lo que necesita para sentirse bella. Y además, no está sola… para cumplir con este objetivo, la estética pone a su alcance un sinfín de cosméticos especializados que le ayudarán a vivir estos años como se merece, gozando de una segunda o, por qué no, una tercera juventud.
año tras año… Contrariamente a lo que muchos piensan, los niveles de estrógenos empiezan a disminuir aproximadamente a partir de los 35, provocando una serie de reacciones en cadena sobre la estructura cutánea. Proceso que puede llegar a prolongarse durante unos 25 años. Estas alteraciones, a la larga, acaban traduciéndose en la piel en forma de flacidez, arrugas, sequedad y falta de luminosidad. Inesperadamente, los signos del envejecimiento aparecen de forma repentina, como si la piel se degradase casi de la noche a la mañana. La razón de que esta transformación suceda a marchas forzadas se debe a que al desequilibrio hormonal, se suman también los daños que el medioambiente ha ido causando paulatinamente sobre la piel.
Una de las estructuras cutáneas más afectadas por el envejecimiento hormonal es la capa córnea. No olvidemos que ésta es la parte más superficial de la epidermis y, por consiguiente, la primera en sufrir alteraciones. Esta capa está formada por células ricas en queratina que se desprenden regularmente y permiten la renovación de la epidermis. La queratina y la hidratación son dos parámetros esenciales desde el punto de vista estético, siendo la hidratación dérmica proporcional al film hidrolipídico de la superficie.
Llegada la menopausia, las secreciones sebáceas y sudoríporas disminuyen debido al envejecimiento de las glándulas sudoríporas y a la regresión hormonal de las glándulas sebáceas. Como consecuencia de la escasez de algunos de sus componentes básicos el film hidrolipídico se altera. Es entonces cuando la superficie cutánea se deshidrata, la queratina de la capa córnea pierde su flexibilidad y la piel se torna quebradiza, seca y más propensa a la aparición de arrugas. Además, la renovación celular se vuelve mucho más lenta.